¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

sábado, 15 de diciembre de 2012

El monstruo.

      Miré al monstruo a la cara; pude ver a través de él. En su alma no encontré enfermedad o locura alguna, ni tampoco un atisbo de bondad; solamente hallé frialdad y oscuridad, una oscuridad tan negra como nunca antes había visto en un ser humano.
      El monstruo tenía unos ojos, como todo ser humano, claros y profundos, sin embargo, no vi rastro de humanidad alguna en sus pupilas. Tras esos ojos penetrantes no existía la vida, tan sólo habitaba la muerte. Si los ojos son el espejo del alma, el alma del monstruo estaba decrépita, pudriéndose a cada instante... 
      Él me sonrió. Un escalofrío recorrió mi cuerpo; una gota de sudor frío se deslizó por mi frente. ¿Cómo demonios podía tener semejante entereza aquel ser? Una simple sonrisa me demostró aquello que más temía: el monstruo sabe lo que hace... y disfruta con ello. ¿Un monstruo? No... es la personificación del demonio: capaz de matar a sangre fría, de hallar divertimiento en arrebatar la vida a los demás.
      "Nadie está legitimado para quitar la vida a los demás". Éso es lo primero que te viene a la mente cuando hablas de asesinatos con amigos y demás. Pero, cuando te encuentras de frente a semejante ser infernal, no puedes evitar borrar ese pensamiento. El monstruo sonríe porque le da igual estar o no legitimado, le da igual el derecho a la vida de las personas...  me dije nada más verle.
      De repente, alzó los brazos, en señal de sumisión, mientras sonreía. Parecía como si me dijera dispara; mátame. Acto seguido, alcé la pistola para acabar con él, como si hubiera sido un reflejo, pues apunté inconscientemente. Cuando me quise dar cuenta, tenía el dedo sobre el gatillo y las manos me temblaban como una hoja en una fría noche otoñal. Sólo tengo que disparar y pondré fin a esta pesadilla, me dije; ya no habrá más víctimas... el monstruo morirá al fin.
      Pero, algo me detuvo. Otra vez el mismo pensamiento me asediaba la mente: no estoy legitimado para quitarle la vida, ni siquiera a un monstruo como él... ¡Había jugado conmigo todo el tiempo! ¡Por esa misma razón alzaba los brazos! Porque él sabía que no iba a disparar, ya que, de algún modo, sabía que, a diferencia de él, yo sí tengo miramientos.
      Parece ser que se me desencajó la cara al darme cuenta de su trampa, pues empezó a reír a carcajadas. Bajó los brazos, borró su sonrisa de la cara, y empezó a caminar hacia mí. Cuando estuvo a apenas dos metros de distancia, se detuvo, pues había vuelto a apuntarle con el arma. Me escrutó con su fría mirada, me analizaba. Pero, al cabo de un segundo, siguió su camino, sin miedo alguno al revólver que yo empuñaba. Se me acercó, puso su mano en mi hombro y me dijo: No puedes dispararme; tienes alma, y éso es lo que te impide acabar conmigo. Ódiame cuanto desees, pero tus emociones e ideales no van a cambiar lo que soy, ni cambiarán lo que eres. Para ello debes desprenderte de todo lo que anhelas, de todo cuanto amas y respetas. Te estaré esperando hasta ese día. Demuéstrame que todos llevamos un monstruo en nuestro interior...
       Y así fue como sobreviví al monstruo. Ahora, me dispongo a afrontar mi prueba final: averiguar si me he convertido en un monstruo o, por el contrario, si he podido hallar una respuesta diferente a la que me propuso. Si disparo, me convertiré en un asesino, en un monstruo...


"El vídeo y su contenido no son de mi propiedad, sino que el tema The Seeds Of Time pertenece a los creadores del anime Monster".

   

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