¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

sábado, 29 de diciembre de 2012

Si pudiera...


     
      Si pudiera no te tendría en mi mente a cada segundo, pues me asfixias, me dejas sin libertad; si pudiera te olvidaría, pues dejaría de ver el horizonte por la ventana de mi habitación y así tu imagen dejaría de aparecer sobre el mar; si pudiera no recordar esos ojos oscuros, de un marrón que evoca la esencia de la tierra, no estaría encadenado, sería libre; si pudiera olvidaría tu olor, tu fragancia, pero, de algún modo, ésta aparece en todos mis libros, a cada página que paso; si pudiera olvidar tu linda sonrisa, apenas imperceptible cuando digo alguna desfachatez, no estaría en esta situación...
     Mi mayor deseo es beber el agua de la laguna Estigia, capaz de hacer olvidar a quien la bebe hasta su propio nombre. Sin embargo, soy una especie de Prometeo, encadenado por hacer algo bueno: enamorarme. Dice Las mil y una noches que Sherezade enamoró al sultán con sus cuentos, con su voz, pero tú no has tenido que articular palabra alguna para encandilarme, pero cuando lo haces mi cuerpo entero se retuerce por el magnífico dolor, mi alma se vuelve loca, se desmorona todo intento de muralla que construye para poder alejarse de ti...
     Alguien, una vez, me pidió que escribiera algo bonito, pero la belleza es algo subjetivo, por lo que no puedo evitar pensar en ti para crear cosas bellas. He entrado en un bucle sin fin; he entrado en mi propio solipsismo, al igual que Descartes: quiero olvidarte, pero necesito escribir para sentirme libre, y para escribir me acuerdo de ti...
      ¡Libérame, por favor! ¡De rodillas te lo suplico! ¡Quiero volver a ser libre, volver a ser yo! Como dijera Nietzsche en su día: "ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo".

"El vídeo y su contenido no me pertenecen, sino que el tema Nero son propiedad del grupo musical Two Steps From Hell".

martes, 25 de diciembre de 2012

La eternidad del instante

     Hallar la eternidad del instante; comprender la belleza del momento; entender, al fin, el significado completo de un acto, de un gesto, de una sonrisa... 
     Ver la felicidad personificada en la sonrisa de un niño abriendo un regalo en Navidad, comprender en ese mismo instante lo que ésta significa verdaderamente; saborear un buen vino mientras ríes y charlas con la familia...
      ¿Qué es la eternidad del instante, entonces? Es abrir el corazón a la vida en todo momento, a cada instante. La eternidad del instante es vivir.

domingo, 23 de diciembre de 2012

No estoy seguro...

"Este vídeo y su contenido no me pertenecen, sino que el tema Poem es de Yiruma".

 
      No estoy seguro... pero creo que, al fin, te he olvidado. Al fin, tras muchos esfuerzos por intentar olvidarte, lo he conseguido. Me dije que dejaría libre a mi corazón cuando me di cuenta de que era un infierno el reprimir mis sentimientos... y, por azares del destino, caprichoso como un niño, resultó que esa era la solución.
      ¿Cuándo y cómo me enteré de que me había desatado de tu yugo? No lo sé, pero creo que puedo atisbar la respuesta... creo que fue cuando hablaste de él, el otro día, mientras charlábamos los dos. A diferencia de otras veces, en las que siempre que lo mencionabas mi corazón daba un vuelco, en esa ocasión mi alma se mantuvo calma y serena; lo noté al instante. Probablemente sonreí, no sé si te diste cuenta o no... pero supe que las cadenas que me ataban a ti aflojaban su fuerza.
      Eso pensé al principio... pero, al pasar los días, me he dado cuenta de algo, me he dado cuenta de que no es totalmente cierto que te haya olvidado. No, no te he olvidado, como decía al inicio, pero sí ha acontecido un gran cambio, al menos por lo que a mi parecer respecta: mis sentimientos hacia a ti no han cambiado, pero sí han visto reducida su pasión... En otras palabras, ya no te amo, no de la misma manera, al menos. Sigo pensando en ti, eso no puedo negarlo, pero ya no lo hago con la misma frecuencia... No sé si debería decirlo, porque es una mera idea que ronda mi cabeza, pero allá va: creo que lo que me ha ocurrido es que ya no te amo de la misma manera porque reprimí a mis sentimientos, ya que no quería seguir sufriendo. Sí, eso habrá sido. Al reprimir mis emociones mi amor por ti vio frenada su pasión, hasta el punto de volverme inmune a los dardos que involuntariamente me lanzas.
      La zozobra y la incertidumbre asedian mi alma, pues no para de pensar en cómo se desarrollará todo esto. Es en estos momentos cuando me pregunto: ¿acabará esto algún día? ¿Cómo acabaré yo..?
      Así que aquí estoy... sin estar seguro completamente de qué siento en estos instantes. Te amo, pero sin amarte; te deseo a la vez que me alejo de ti; te pregunto por él al mismo tiempo que odio que me hables de él... ¡Ah! ¡Qué cantidad de contradicciones! Pero, bueno... así es la naturaleza del ser humano.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Morir de amor

     Me has matado... tu amor me ha matado.
     En estos momentos estoy exhalando mi último suspiro; el último sorbo de aire que mi alma, quebrada en mil retazos, respirará en esta vida. Miro al cielo con ojos apagados, desencajados por el dolor; mi voz ahoga un grito en lo profundo de mi ser; mis brazos se aferran a la nada, al aire que me envuelve, buscando tu figura, buscando tu sombra...
     La muerte empieza a surtir efecto: empiezo a olvidar cómo eras... comienzo a ver tu rostro, antaño nítido y brillante, borroso; tu silueta se desvanece con el viento, como una hoja caída del árbol; tus cabellos... tus preciados cabellos son lo último que diviso de ti. Mis manos se extienden para acariciar tu pelo... pero es demasiado tarde, ni un mísero pelo se percibe en el aire.
     Al fin... he muerto. He cruzado la laguna Estigia, ya no recuerdo cómo eras: ni tu rostro, ni tu cuerpo... nada. Caronte me recibe con su balsa. Como pago, le entrego mi corazón; ya no me sirve de nada, pues ha sido aniquilado, calcinado, apuñalado con mil cuchillos en un instante...
     Ya sólo queda ceder al bárbaro abismo. Un paso más y todo habrá acabado, podré descansar en paz... Sin embargo, algo dentro de mí me dice que aguarde, pues aún puede aparecer una luz que ilumine este valle de sombras, otra luz que amanse a las bestias que anidan en mi alma. Esperaré, pues me he vuelto adicto a la calidez de esa luz, por la cual soy capaz de esperar mil eternidades, hasta poder volver a sentir lo mismo, la misma felicidad.

"Ni el vídeo ni su contenido son de mi propiedad, sino que el tema Introitus pertenece al Requiem de W. A. Mozart".

sábado, 15 de diciembre de 2012

El monstruo.

      Miré al monstruo a la cara; pude ver a través de él. En su alma no encontré enfermedad o locura alguna, ni tampoco un atisbo de bondad; solamente hallé frialdad y oscuridad, una oscuridad tan negra como nunca antes había visto en un ser humano.
      El monstruo tenía unos ojos, como todo ser humano, claros y profundos, sin embargo, no vi rastro de humanidad alguna en sus pupilas. Tras esos ojos penetrantes no existía la vida, tan sólo habitaba la muerte. Si los ojos son el espejo del alma, el alma del monstruo estaba decrépita, pudriéndose a cada instante... 
      Él me sonrió. Un escalofrío recorrió mi cuerpo; una gota de sudor frío se deslizó por mi frente. ¿Cómo demonios podía tener semejante entereza aquel ser? Una simple sonrisa me demostró aquello que más temía: el monstruo sabe lo que hace... y disfruta con ello. ¿Un monstruo? No... es la personificación del demonio: capaz de matar a sangre fría, de hallar divertimiento en arrebatar la vida a los demás.
      "Nadie está legitimado para quitar la vida a los demás". Éso es lo primero que te viene a la mente cuando hablas de asesinatos con amigos y demás. Pero, cuando te encuentras de frente a semejante ser infernal, no puedes evitar borrar ese pensamiento. El monstruo sonríe porque le da igual estar o no legitimado, le da igual el derecho a la vida de las personas...  me dije nada más verle.
      De repente, alzó los brazos, en señal de sumisión, mientras sonreía. Parecía como si me dijera dispara; mátame. Acto seguido, alcé la pistola para acabar con él, como si hubiera sido un reflejo, pues apunté inconscientemente. Cuando me quise dar cuenta, tenía el dedo sobre el gatillo y las manos me temblaban como una hoja en una fría noche otoñal. Sólo tengo que disparar y pondré fin a esta pesadilla, me dije; ya no habrá más víctimas... el monstruo morirá al fin.
      Pero, algo me detuvo. Otra vez el mismo pensamiento me asediaba la mente: no estoy legitimado para quitarle la vida, ni siquiera a un monstruo como él... ¡Había jugado conmigo todo el tiempo! ¡Por esa misma razón alzaba los brazos! Porque él sabía que no iba a disparar, ya que, de algún modo, sabía que, a diferencia de él, yo sí tengo miramientos.
      Parece ser que se me desencajó la cara al darme cuenta de su trampa, pues empezó a reír a carcajadas. Bajó los brazos, borró su sonrisa de la cara, y empezó a caminar hacia mí. Cuando estuvo a apenas dos metros de distancia, se detuvo, pues había vuelto a apuntarle con el arma. Me escrutó con su fría mirada, me analizaba. Pero, al cabo de un segundo, siguió su camino, sin miedo alguno al revólver que yo empuñaba. Se me acercó, puso su mano en mi hombro y me dijo: No puedes dispararme; tienes alma, y éso es lo que te impide acabar conmigo. Ódiame cuanto desees, pero tus emociones e ideales no van a cambiar lo que soy, ni cambiarán lo que eres. Para ello debes desprenderte de todo lo que anhelas, de todo cuanto amas y respetas. Te estaré esperando hasta ese día. Demuéstrame que todos llevamos un monstruo en nuestro interior...
       Y así fue como sobreviví al monstruo. Ahora, me dispongo a afrontar mi prueba final: averiguar si me he convertido en un monstruo o, por el contrario, si he podido hallar una respuesta diferente a la que me propuso. Si disparo, me convertiré en un asesino, en un monstruo...


"El vídeo y su contenido no son de mi propiedad, sino que el tema The Seeds Of Time pertenece a los creadores del anime Monster".

   

jueves, 13 de diciembre de 2012

Paseos al crepúsculo.

     ¿Recuerdas? ¿Recuerdas esos días, esos atardeceres, en que paseábamos por la playa, descalzos, cogidos de la mano, pisando la arena, a paso lento, para sentirla en nuestros pies?
     La brisa marina acompañaba nuestros pasos, creando una especie de magia, capaz de detener el tiempo cuando nosotros lo deseáramos...
      Tú mirabas en dirección al mar, lo escrutabas, lo penetrabas con tu mirada hasta hallar sus más bellos tesoros escondidos, te fundías en un profundo abrazo con las olas; yo veía cómo mirabas el mar, y comprendía qué te pasaba por la cabeza ante ese maravilloso sol crepuscular. Una sonrisa se dibujó en mi rostro cuando me preguntaste ¿qué? ¿qué ocurre?, mientras esbozabas en tu faz una linda sonrisa; nada, te contesté, riéndome. Te enfadaste conmigo en aquel momento, y por ese mismo motivo te amaba... 


"Este vídeo y su contenido no son de mi propiedad, sino que el tema Joukei aru Hareta hi ni Kare wo pertenece a los propietarios de la serie animada Gankutsuou: The Count Of Monte-Cristo".

martes, 11 de diciembre de 2012

Belleza en la locura

     ¿Has sentido alguna vez ese impulso de decir una burrada? Sí, ¿verdad? Es reconfortante; te quitas una especie de "peso" de encima, aunque haya gente que no entienda "el chiste". No obstante, la gente suele reaccionar de una manera distinta de la que te imaginas: "está loco"; "está como una regadera", etc.
     Personalmente, he de decir que me llama muchísimo la atención la "locura" de la gente. ¿Por qué? Porque atisbo cierta belleza en la locura, cierto ingenio. Sin embargo, al igual que Erasmo de Rotterdam, yo también haré una clasificación de "locuras".
     Manteniendo la distinción que hizo Erasmo de Rotterdam (locura positiva y negativa), yo hago la distinción de la locura voluntaria e involuntaria. La voluntaria, por un lado, como bien indica su nombre, implica que el sujeto dice o hace alguna insensatez voluntariamente, buscando las risas o las carcajadas de la gente, o, ¿por qué no?, demostrando a todos que es capaz de entender cosas que los demás son incapaces de atisbar siquiera. Por otro lado, la involuntaria, es aquella que responde a estímulos incontrolables por parte del sujeto (la locura en sí, como todos la conocemos, vamos). Debo decir que es la voluntaria, y no la segunda, la que me llama la atención, pues la involuntaria es una enfermedad y una desgracia, no algo digno de admirar, ya que la locura voluntaria implica que el sujeto o es un payaso o es un genio. El payaso, si os soy sincero, "ni fu ni fa",  "ni me va ni me viene", ¿me entendéis? El genio, el sujeto con la capacidad de ver cosas que los demás no pueden, es el que me fascina.
     Soy un hombre de letras, un humanista. Por lo tanto, es mi deber sorprenderme con las cualidades y virtudes de las personas. Pues bien, una de las virtudes que más me gustan de los seres humanos es, como habréis averiguado ya, la genialidad. Ante estos "ataques" de ingeniosa locura, no puedo sino preguntarme "¿qué demonios ha visto que yo no puedo ver?", al menos en ese momento, pues, en caso de ser una broma, se suelen entender "al vuelo" o al cabo de unos instantes. ¿Es mi afán de conocimiento el culpable de tamaña y absurda obsesión? Puede ser.
      Solamente sé que ese tipo de gente no está loca, sino todo lo contrario. Juegan con nosotros, nos manipulan a su antojo, nos hacen ver como seres inferiores sin que nosotros lo sepamos y de las maneras más inverosímiles (casi impensables para nosotros, pero sí muy plausibles para ellos). No me gustaría nada ver como uno de esos sujetos utiliza su ingenio para hacer el mal, pues es innegable que el bien y el mal sigue latente en todas las locuras. Pero, hasta ese entonces, seguiré atisbando cierta "belleza" en la locura. 

jueves, 6 de diciembre de 2012

Os doy las gracias.

     Acontecimientos recientes me han hecho darme cuenta de lo afortunado que soy, y de lo imbécil que puedo llegar a ser cuando quiero...
     Afortunado, por un lado, por la cantidad de gente que se preocupa por mí, por mi bien; por que sé que mucha gente me anima a seguir adelante, dándome su apoyo; afortunado de ser quien soy y de pensar como pienso; afortunado de vivir la vida que tengo; afortunado por tener tan buenos amigos y amigas, capaces de soportarme en mis momentos de tozudez y de melancolía. Podría citar muchísimas cosas más por las que soy afortunado, pero no terminaría nunca.
     Imbécil, por otra parte, por ser capaz de desprestigiarme a mí mismo, de rebajar mi nivel y mi capacidad a límites insospechados; imbécil por querer renunciar a mi futuro, por querer renunciar a lo que verdaderamente me gusta: escribir; imbécil por olvidarme de mis sueños infantiles, por ser, a día de hoy, "imposibles", y por querer olvidar mis sueños presentes; imbécil por pensar cosas que no debo, por reflexionar, en ocasiones, demasiado, en vez de disfrutar el momento, en vez de saborear la vida a cada instante...
     Seguiré escribiendo. No me importa que no lo lea mucha gente, ni tampoco que no les guste. Seguiré escribiendo por aquellos que leen y por quienes les gusta mi blog, porque tienen el detalle de leer lo que escribo. Por tanto, mi deber como escritor es corresponder a mis lectores, no defraudarles, y para ello debo seguir con mi trabajo.
     A todos aquellos a los que he preocupado, os pido perdón desde el fondo de mi corazón; a los que me han dado ánimos y me han apoyado en mis momentos más difíciles: gracias; soy muy afortunado de teneros en mi vida. Gracias, de nuevo.


"El vídeo no es mío, y el tema Benedictus tampoco es de mi propiedad, sino que pertenece a Thomas Bergersen". 


miércoles, 5 de diciembre de 2012

Ayúdame, Adonay...

    Y hablé con Adonay; me dijo que buscara mi propio sendero, mi propia forma de ver las cosas. Él, en su infinita sabiduría, me hizo darme cuenta de que la clave de todo mal en este mundo reside en la mala interpretación, por parte de unos energúmenos, "seguidores" de aquel que predicaba paz y amor, de dos simples palabras: libre albedrío.
     El libre albedrío implica dejar fluir las cosas, al igual que un río, sin interponerse en su camino. "Os dejo el libre albedrío", nos dijo. En ese momento, lo que verdaderamente nos quiso decir fue: "podéis seguirme si queréis, pero nada os impide lo contrario; sois libres, la decisión es vuestra". Nada nos impide no creer en Él; si lo hacemos, es nuestro deber respetar a aquel que no quiere creer. Del mismo modo, el que no crea tiene el deber moral de respetar al creyente. Pero el libre albedrío va mucho más allá, su interpretación puede llegar a abarcar regiones enteras de la vida humana.
     "Busca tu camino, Andrés", me dijiste, Adonay. Eso intento, mi Señor. Pero para ello deberé dejar de creer en lo que hasta ahora me dijeron, para poder hallar mis propias respuestas, mis propias verdades, mi sendero, mi "yo". Hace ya un tiempo que vengo poniendo en duda lo que se dice a cerca de Ti, pero créeme si te digo que lo hago sabiendo que se han malentendido muchas de tus palabras y también porque es necesario cuestionarme, como te decía antes, lo que sé, no sólo de Ti, sino de todo. Simplemente estoy haciendo uso de "mi libre albedrío", de mi libertad de interpretación. No estoy dispuesto a que me digan cómo debo pensar, soy libre de pensar como quiera. Sin embargo, "lo cortés no quita lo valiente", por lo que estoy abierto a una conversación pacífica y amena sobre cualquier tema, incluyendo la posibilidad de cambiar de idea gracias a dicha conversación.
     ¡Ay, Adonay! Es cierto que buscar mi "yo", buscar "mi" verdad, es un sendero que debo recorrer solo, pero tengo miedo: miedo del futuro, miedo de lo que pueda pasar... por ello te pido ayuda, Dios mío. Tengo tantas dudas, Elohim... demasiadas. ¿Qué debo hacer? ¿Qué son estos sentimientos que afloran en mi interior por primera vez y que me hacen sufrir tanto? Dios mío, por favor, necesito una señal...


"Ni el vídeo ni su contenido son de mi propiedad, sino que el tema Adonai pertenece a City Of The Fallen".