¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

lunes, 23 de abril de 2012

Aun en los tiempos más oscuros sigue habiendo esperanza.

   He aquí la continuación del relato anterior:
   El joven lloró desconsoladamente durante mucho tiempo. El pensar en quitarse la vida suponía romper todo su pensamiento y su alma. Creía que quitarse la vida era un acto de cobardes, incapaces de afrontar los problemas de cara y de levantarse para seguir luchando... y estuvo apunto de hacer aquello que tanto odiaba...
   Pero, de algún modo, el darse cuenta de que la vida era un preciado regalo que no debe desperdiciarse, le dio ánimo para una última oración, una oración cargada de la esperanza que había perdido y que menguaba por momentos. Con sus últimas gotas de fe, rezó en silencio, apenas un susurro, pues estaba entonando una oración para sí mismo y para quien pudiera escucharle. Le pidió a Dios que le ayudara, que no le dejara caer en la oscuridad, que le diera fuerzas para no pensar otra vez en la muerte como única salida... que si su destino era permanecer encerrado en ese vacío negro, lo aceptaría...
   Pero en ese preciso momento, una luz empezó a penetrar en el vacío. Poco a poco, la pared se iba resquebrajando, hasta dar paso a una cegadora luz, cálida y brillante. El joven se tapó los ojos, pues había permanecido demasiado tiempo en la oscuridad, pero fue abriéndolos gradualmente hasta poder ver la escena que acontecía ante él.
   Tanto tiempo había pasado en la oscuridad, que dudó acerca de la veracidad del momento. ¿Y si era una ilusión creada por su mente? Pero tras dar un paso hacia la luz sus dudas amainaron. La calidez con la que la luz abrazó al joven era real, todo su ser se estremeció al sentir aquella sensación.
   Avanzó con paso firme hacia la abertura que había creado la luz. Cuando estaba a punto de salir, unas lágrimas surcaron su cara, pero, a diferencia de las lágrimas que había derramado un momento atrás, éstas no eran de tristeza y desesperanza, sino todo lo contrario: eran lágrimas de alivio, alegría, esperanza y felicidad.


"Ni este vídeo ni su contenido son de mi propiedad, sino que la pieza musical "Lux Aeterna" pertenece a Two Steps From Hell."

jueves, 19 de abril de 2012

Relato de la desesperanza, amiga de la oscuridad.

   Esta es la historia de un joven. Un joven que vivía atrapado entre paredes.
   Dicho joven despertó un día inmerso en la oscuridad. Cuando sus sentidos se fueron adaptando a ese vacío, se dio cuenta de que estaba atrapado. Estaba rodeado por paredes, ni una sola puerta o ventana. Era prisionero. Su reacción fue de alarma. ¿Cómo había llegado a esa situación? Se calmó. Con la mente más tranquila, empezó a golpear suavemente las paredes para ver si encontraba una abertura, una trampilla oculta que accionara un mecanismo que le abriera una salida. Nada.
   Al pasar el tiempo, comenzó a impacientarse. Lo que antes eran leves golpes empezaron a convertirse en puñetazos ciegos, desesperados por encontrar una salida. El cansancio y el dolor hicieron mella en él, por lo que paró de dar golpes súbitamente. Las posibilidades de poder salir de su cautiverio eran cada vez menores y sus recursos escasos. Sabía que si tuviera más recursos, más de los que suponían ya sus propias manos, mente y cuerpo, sus esperanzas de encontrar una manera de salir se incrementarían, pero no era así...  Una repentina sensación de miedo le invadió el cuerpo, ¿y si nunca podría salir de ahí? Le aterraba la respuesta.
   Transcurrieron los días. Se sentía cada vez más inmerso en la oscuridad. Chillaba, gritaba al vacío, pero nadie respondía, no había respuesta posible. Se sentía cada vez más inútil, pues no podía hacer nada para mejorar su situación.
   El cansancio y el hastío se fundían en un mismo sentimiento, sentimiento que se apoderó de él. La desesperación, finalmente, invadió por completo ese lugar tan oscuro en el que se encontraba, pues pensamientos oscuros, lúgubres y terroríficos le pasaron fugazmente por la cabeza. Si no podía salir de ahí, ¿qué sentido tenía entonces vivir? Fue ese pensamiento, el de la vida, el que se le quedó grabado a fuego en la mente. Al estar tanto tiempo encerrado, el suicidio le parecía la única opción viable...
   Pero, entonces, se dio cuenta de lo que estaba pensando, de las barbaridades que le habían pasado por la cabeza. Estaba pensando en acabar con su propia vida, en cometer un crimen horrendo, deleznable y contrario a todas las leyes de la naturaleza... Se daba asco a sí mismo por haber pensado siquiera en tal cosa. Solo tuvo una reacción: llorar.
   Empezó a llorar, solo, sin nadie que le consolara... lloró, sin esperanza alguna de hallar una salida o de que ocurriera un milagro... lloró inmerso en la más inmensa oscuridad.



"Este vídeo y su contenido no son de mi propiedad, sino que la pieza "Hurt" pertenece a Thomas Bergersen".