¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

domingo, 26 de abril de 2015

Al mar me debo.

"Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos".



¡Ay, el mar! A él nos debemos, a él nos arraigamos, a él le debemos la vida... y quién sabe si la muerte.
Pero lo que sí está claro es que ante el mar nos acobardamos, nos sentimos frágiles, ínfimos; nos zozobra el corazón. No obstante, con esa sensación de desazón emergen la fascinación y la adoración. ¿Quién no ha sentido cómo su alma empequeñecía al contemplar un atardecer en el mar? ¿O quién ha sido el afortunado de ver cómo se hinchaban los pulmones al respirar el aire que nos embriaga con la primera brisa de amanecer?
Mar, encarnación de los recuerdos del hombre y de la mujer por igual. A ti acudimos cuando buscamos consuelo, pues fuiste la madre que nos dio la vida millones de años atrás. Y una madre siempre está ahí para dar consuelo y cariño.
En tus sagradas notas mis oídos se recuestan para descansar del barullo y del ruido. Abrázame en tu regazo, elemento celestial, cuando necesite refrescar el calor de mi cuerpo; limpia la mugre de nuestras almas con cada roce tuyo, sutil y momentáneo.
Quiero preguntarte, estimado mar, si el vaivén de tus olas ha cambiado siquiera tu forma de ver las cosas; tu forma de arroparnos. En un mundo en cambio constante, permanecer estático en vida es un riesgo demasiado alto.
¿Qué hacer, entonces? ¿Cambiar, para bien o para mal? ¿Seguir martilleando la realidad con nuestro ser, cuales olas de tus adentros? 
Una tarde de dudas miré por mi ventana y vi el azul que amenazaba con abrazar la costa. Contesta a mis plegarias, madre de vida.


Háblame del mar, marinero; dime si es verdad lo que dicen de él.





miércoles, 22 de abril de 2015

Minutos vacíos, homenajes al "ser".

Cerca de cuatro meses han pasado desde la última vez que escribí algo en este blog...
Muchas veces me digo que la razón estriba que no tengo tiempo para escribir, que no estoy inspirado... pero en el fondo de mi corazón sé que la razón es otra.
Sí, mi alma ha cambiado, y tiempo ha que este blog se convirtió en un espejo de la misma. El tiempo que digo no tener como excusa es simple y llanamente tiempo que no quiero malgastar en chorradas; la inspiración, que huye de mí, es la punta del iceberg...
No, no escribo por esas excusas. No pongo nada porque ya no sé qué escribir, no sé qué decir sobre nada. No tengo musa, ya no.
Me pregunto a mí mismo por qué razón estoy escribiendo ahora, después de haber dicho todo cuanto he escrito momentos atrás.
La respuesta quizá sea que temo olvidar, como siempre, o quizá sea por realizar un homenaje al pasado: lo que fui y lo que no; lo que pensé y dejé de pensar...
¿Algún oído en la sala dispuesto a escuchar?