¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

viernes, 12 de diciembre de 2014

Amasijo

Una luz se apagó...
La llama que mantenía el calor de este confuso e iluso corazón ha sido consumida por su propia luz.
Ni siquiera sé cómo expresarlo. Pero sé que no es inefable; simplemente, no encuentro las palabras.
He perdido la ilusión por aquello que hacía que mi alma vibrara de emoción.
Ya no siento esas impetuosas ganas de hacer aquello que no deseo.
Me han preguntado si me pasaba algo.
No, no me ocurre nada, sino todo lo contrario: el mundo continúa hacia delante, y yo he vuelto a dar marcha atrás.
Por primera vez en mi vida miro al firmamento, a la luna, y no siento nada. 
Vacío. Me siento vacío; y cada día que pasa, más aún.
Y tras el vacío, sólo persiste una cosa, el único sentimiento capaz de usurparle el sitio al Amor como motor de mundo: el odio, el odio a lo mismo de siempre.
En este proceso de automatismo, aquello que me emocionó; aquello que conmovió a mi ser, empieza a dejar de surtir efecto en mí, paulatinamente. 
Soy como un oso que desea hibernar, comenzar un largo y lento letargo hasta el fin de mis días.
Soy la sombra que se alarga con las horas de oscuridad.
Soy el trazo difuso en un lienzo en blanco; o, quizá, la mancha que se dibuja al rectificar una frase, una palabra, una letra...
Soy, en definitiva, un amasijo de ideas y emociones que han reposado demasiado y desean explotar al mismo tiempo para, así, despertar.
Soy la nada y soy el todo, al mismo tiempo.
Soy... un hombre arrepentido.




miércoles, 19 de noviembre de 2014

Defectos químicos

Los sentimientos son un defecto químico de los perdedores.



Hace ya mucho tiempo que esta frase que escuché en una serie de televisión me ronda la mente, cual tuno a su doncella...
Viendo la cruda realidad, aquellos que han "triunfado" en la vida (me refiero a las grandes riquezas del mundo, obviamente) suelen ser -No siempre, claro; no generalicemos- personas sin escrúpulos, sin empatía; personas que si para avanzar en sus metas debían pisar a alguien, lo hicieron sin remordimiento alguno.
Y sin embargo... ahí están, presentes en nuestras vidas. Los sentimientos guían nuestras decisiones, nuestros pensamientos. La vida es sinónimo de pasión, y ésta es, a su vez, sinónimo de sentir.
Quizá sólo llegan a la cumbre aquellos que logran controlar sus emociones... 
Quizá aquellos que quisieron ser fieles a su corazón sólo encontraron trabas en su camino...
Quizá esto sólo lo piensen aquellos que se consideran inútiles para hacer cualquier cosa que se les pida...
Pero, ¿cómo salir del lado de los perdedores cuando, por ejemplo, ves la verdad del mundo en esos ojos que evocan la esencia de la Tierra..?


¿Cómo escapar del destino que ha marcado tu alma..?
¿Cómo dejar de ser quien has decidido ser?
¿Cómo cambiar... lo que nunca has dejado de sentir?



jueves, 6 de noviembre de 2014

Las vagas lindes de nuestras almas


(...) Me quedé por siempre sentado en las vagas lindes de tu alma ~ Pedro Salinas; Presagios.

¿Qué me está pasando, Dios mío? ¿Qué? ¿Por qué tengo el alma hecha un amasijo de emociones..?
Quiero quitármelas todas de encima, y al mismo tiempo quiero que se queden por siempre.
Desde hoy he notado un cambio, hoy he entendido eso de "la verdad os hará totalmente libres". Hoy me he liberado a mí mismo; hoy puedo mirar de frente a mi propio corazón y decirle las cosas claras, aunque duela decirlo.
Me quedé por siempre sentado en las vagas lindes de tu alma... y la mía desapareció entre la pérfida bruma que cubre mi corazón. He de encontrarme a mí mismo de nuevo -¿Cuántas veces me habré dicho esto ya? ¿Y cuántas veces tenía verdadero significado esa frase?-. 
Cuando se hace insoportable el camino que trazaste, ¿salir de él o buscar otra ruta? Ser o no ser, esa es la cuestión...

domingo, 28 de septiembre de 2014

Dos caminos...

Las dudas rondan mi mente desde hace ya un tiempo...
¿Qué hacer ante una encrucijada? ¿Qué decidir cuando ninguna de las opciones podrá contentarte? ¿Cómo actuar cuando te das cuenta de que se anhelan imposibles? 
Hipótesis, hipótesis... Toda pregunta que me formulo a mí mismo no es sino fruto de la inmensidad de mi vasta imaginación...
Odio mi ignorancia, mi inexperiencia al respecto; no sé cómo reaccionar ante estas situaciones...
Pragmatismo. Me han llegado a aconsejar que sea práctico, que no le dé más vueltas. Si algo no tiene solución, ¿para qué preocuparse? Olvídate, me dijeron.
Mil veces lo he intentado; mil veces he fracasado. No; ¿por qué no puedo ser pragmático?, me pregunto. La respuesta, creo, es que esa incertidumbre atañe a mi vida; cuanto decida marcará mi destino, y éste escogerá un futuro para mí. Si en verdad fuera tan sencillo no preocuparse, todo ser humano viviría una vida estoica y sin remordimientos, guiados por la fría e "ilógica" razón -Lo de ilógica es por eso de que el sentido común es el menos común de los sentidos-. Pero no, el ser humano es demasiado complejo, lleno de sentimientos que le desbordan, de impulsos vitales, de necesidades fisiológicas...
Ya no hablo del puro instinto animal que guardamos bajo llave, sino de la fisiología del corazón, de nuestra alma. El corazón tiene razones que la razón no entiende; si tenemos remordimientos es porque somos humanos. Del mismo modo, si no podemos dejar de preocuparnos por algo, se debe a que no se puede negar nuestra propia naturaleza. 
Así, pues, podemos darle vueltas y vueltas a un mismo tema un día, dos días, semanas e incluso meses. No podemos evitarlo, al menos aquellos que desean afrontar la realidad, SU realidad, pues, como he dicho, es algo que le concierne a su persona y a su propio futuro.
Decisiones, decisiones, decisiones...
¿Qué hacer en una encrucijada, en una bifurcación, cuando ambos senderos conducen a lo imposible, a la desesperación, a la congoja y al tormento?, me pregunto de nuevo. ¿El sendero de la izquierda o el de la derecha? ¿Ser pragmático (aun sabiendo que es un imposible) o ser impulsivo? ¿Qué más da, al fin y al cabo, si todos ellos me deparan la muerte, la putrefacción de un corazón ansioso por vivir? ¡Ay, si alguno de esos caminos llevara a buen puerto..! ¡Qué dicha!
Qué dicha, qué felicidad... qué bonito es imaginar, y qué duro es darse de bruces con la realidad. Ser o no ser, otra vez, querido Hamlet. Bienaventurados los que olvidan, aunque vuelvan a tropezar con la misma piedra, dijo Nietzsche.
Tropecemos de nuevo, pues, ya que así encontraré la vida...



"El vídeo y el tema A small measure of peace no son de mi propiedad, sino que pertenecen a Hans Zimmer y al equipo de The last samurai"

sábado, 6 de septiembre de 2014

Escribir por escribir


-¡Oye, tú! ¡Sí, tú! ¡Haz algo de provecho y ponte a escribir! Me apetece.
-¿Yo?
-Exactamente.
-¡Pero si el de las ideas eres tú!
-¿Yo? Sí, bueno, pero últimamente no se me ocurre nada... ¡Anda, calla! ¡No te quejes que eres tú quien mueve los dedos!
-Sí, pero lo hago porque tú me lo ordenas... por algo eres mi cerebro.
-¡Entonces, cuerpo, te ordeno que te calles! ¡Mut! ¡Chitón! ¡Estatua!
-¡Vale, vale!
-Muy bien...
-...
-...
-...
-Pero, ¿qué escribo, entonces?
-¡Ay, yo qué sé! ¡Lo primero que se te ocurra, hombre!
-Ya te lo he dicho, tú eres quien piensa, no yo...
-...
-¿Qué?
-Nada; que para ser yo quien piensa respondes demasiado bien...
-Cierto. ¿Por qué será?
-Quizá la razón estriba en que pasamos demasiado tiempo juntos...
-Tal vez sea eso.
-Esto no puede ser, ¿eh? Tengo que separarme de ti; llevo unos días pensando que necesitamos un tiempo...
-¡¿QUÉ?! ¡¿POR QUÉ?!
-¡Tranquilo! ¡No eres tú! Soy yo...
-¡¿Pero qué dices?!
-Pues que de ahora en adelante voy a buscar mi verdadero "yo"; encontrarme a mí mismo... Tú ya me entiendes.
-No, no te entiendo. ¿Te das cuenta de que no podemos separarnos?
-¡Oh..! ¡OH! ¡Es cierto! No había caído en eso...
-Tío, estás muy raro últimamente... "Mucho me has cambiao"...
-¡Que voy a cambiar si sigo pegado a ti, pedazo de imbécil!
-Cierto...
-...
-...
-Entonces, ¿piensas escribir algo o no?
-¡Venga, va! Pero que conste que es por que tú me lo pides...


domingo, 17 de agosto de 2014

Ese miedo a controlar

"El vídeo y su contenido no me pertenecen, sino que el tema Saving Payton es de John Nordstrom"


Poco a poco, lo siento, lo noto... estoy cambiando mi forma de ser, y eso me aterra a la par que me reconforta. 
Siento cómo hay más oscuridad que antes en mi corazón... y no sé qué decir al respecto. Al contrario de lo que piensan muchos, no hay que cerrarse en banda, sino que hay que abrazar esa oscuridad, hay que tener una mente abierta acerca de ella.
La oscuridad no es mala, simplemente es aterradora. Es normal sentir pavor, el ser humano tiene miedo de aquello que desconoce, pero debemos entender que las sombras son algo natural, la oscuridad forma parte del mundo desde que éste nació.
Lo que tenemos que hacer es controlar esa oscuridad, no dejar que nos sobrepase; mantener el equilibrio entre luz y sombra (el yin y el yang, así lo llaman en la filosofía oriental). Sin embargo, si fallamos en nuestra misión, podemos caer de lleno en la más profunda y abisal oscuridad, y es en ese entonces cuando hay que tener verdadero temor.
Eso es lo que me aterra... ¿Me habré sumergido demasiado en ese terreno desconocido..?
Abrazad la oscuridad, pero no os alejéis demasiado de la luz...

viernes, 8 de agosto de 2014

Odio a primera vista


Después de no sé cuánto tiempo sin escribir, allá va un desvarío nuevo. Mentes no preparadas para idas y venidas mentales, absténganse de leer esto.

Jamás he creído en eso del "amor a primera vista", es una invención de Hollywood para hacernos creer que las películas románticas tienen una base sólida sobre la que sustentarse. La gente que crea en ello, adelante, debéis tener vuestros ideales y vuestros propios pensamientos; yo tengo los míos.
No niego que sí pueda llegar a haber cierto feeling nada más conocer a una persona por primera vez, pero no dejará de ser eso. Para mí, la palabra "amor" tiene demasiados matices, es demasiado compleja como para poder resumirla en simple "amor a primera vista". Por favor, gente del mundo que crea en esos cuentos hollywoodienses, desengañaos (he dicho que podéis creer en ello, no que yo esté de acuerdo).
¿Y todo esto a qué viene? Pues porque esta mañana he visto una película de estas ñoñas, y una cosa lleva a la otra, y tengo la mala costumbre de pensar en exceso cuando me aburro o estoy en las nubes (lo que ocurre con mucha asiduidad, para mi desgracia).
La película me ha gustado, lo admito, sobre todo su gran B.S.O.; me ha parecido de las más bonitas del género. Se llamaba P.D.: te quiero. Pero todo sea dicho, a mí esas tonterías y sinsentidos que aparecen en un momento determinado en los filmes de este tipo me sacan de quicio. El final, sin ir más lejos: 
(¡SPOILER! ¡AVISO! ¡NO SIGAS SI NO LA HAS VISTO! -O te puedes saltar dos parrafitos de nada-. Quien avisa no es traidor)
¿Por qué DEMONIOS siempre se lleva la chica (o se intuye que se llevará a la chica) el guaperas de turno? ¿Por qué no se enamora del pobre friki de las lesbianas, feo y con el síndrome ese raro cuyo nombre no recuerdo si se ha mencionado en la película? ¡Pero si es uno de los puntos fuertes de la película!
¡O cuando conoce al marido por primera vez! ¡No me JOD..! -Inspira, expira-.
En fin... divago. 
La cuestión, que no me trago muchas de las decisiones de Hollywood sobre el tema. Cuanto más currada esté la historia, mejor, Y lo del flechazo a primera vista es ya un punto negativo para la película, por mi parte.
Quizá penséis que Iceman se queda corto a mi lado, que soy un amargado o yo qué sé. Probablemente tengáis razón. Pero si así fuera me importaría un comino todo este asunto y no estaría escribiendo ahora mismo, y no es así -También es porque me aburro y quería escribir sobre algo-.
Pero, bueno, dejando de lado a Hollywood, el leitmotiv que me trae aquí, y por lo que había traído a colación lo del flechazo a primera vista, es que, si bien no creo en el amor a primer contacto visual, sí creo en el odio a primera vista.
Sí, porque el odio es mucho más sencillo, no es tan complejo como el amor. Es lo que tiene la oscuridad, que es mucho más simple, más fácil de comprender, más atrayente. No tiene matices: odias o no.
Incluso la persona más sociable del mundo puede llegar a odiar a alguien con sólo verle el careto a otra persona. Muchos hemos oído/visto algo o alguien que nos ha sacado de quicio en un instante: una risa, un gesto, la asistencia inesperada de alguien a algún evento donde no esperabas encontrarlo, la propia y mera existencia de otra persona. Todas ellas son situaciones en las cuales podemos sentir cómo aflora la ira en nuestro interior, pero intentamos disimularla -Algunos- con nuestra sonrisa de actor mejor preparada para la ocasión. 
No hay un porqué: nos disgusta, simplemente; odiamos porque odiar es una de las deidades del corazón más puras y más humanas. El amor es demasiado complejo incluso para algunos humanos, no todos lo alcanzarán, no todos verán a la deidad humana por antonomasia.
Así olvidaron los hombres que todas las deidades residen en el corazón.  ~ William Blake.
No hay más. Esa es nuestra verdad -Una de tantas-.
¿Por qué rechazar el odio? Negar algo tan puro que sale de nuestra propia alma... Eso sí debería rechazarse.

lunes, 16 de junio de 2014

Notas del presente-pasado

El vídeo y el tema Goodbye my son no son de mi propiedad, sino que éste pertenece a Hans Zimmer y a los creadores de Man of Steel.


Muchos de los que me conocéis sabéis que adoro la música, al menos en casi todas sus formas de expresión (¡muerte al reguetón!). Pero no es de eso de lo que vengo a hablar.
El leit motiv que me trae aquí es que ayer por la noche, como todas las noches, me puse los cascos y me evadí un poco de este mundo, escuchando las piezas que más me gustan. Esto me llevó a oír una canción tras otra, llegando a escuchar algunas que han formado parte de mi infancia, de mi vida en general -Cosas que tiene la mente, que es caprichosa-: Háblame del mar, marinero; La deuda...
Estas dos canciones, en concreto, me recordaron a seres muy queridos para mí: mis abuelos paternos, al siempre afable don Joaquín... (en paz descansen todos ellos). Como es lógico, las lágrimas se apoderaron de mi rostro a los pocos segundos -Soy muy sensible, qué queréis que le haga...-. Así que me puse a pensar una vez más en las innumerables y maravillosas propiedades que tiene la música. De esto, y no de otra cosa, es de lo que quiero hablar.
Estoy completamente seguro de que ni tan siquiera las siniestras y tenebrosas aguas del Leteo serían capaces de eliminar un recuerdo forjado a fuego en nuestra alma con música. Podríamos olvidarlo todo y, aun así, ver cómo al oír una melodía concreta nuestra mente se convulsionaría haciendo que perdamos la cabeza intentando averiguar de qué demonios nos suena esa canción.
La música se alza, en esta propiedad suya, como un puente entre el pasado y el presente, entrelanzándolos en una especie de bucle temporal -O una desarmonía; ¡yo qué sé! No soy científico, aplico el término que me parece más correcto-. El pasado deja de parecer algo imposible de alcanzar, para fusionarse durante un corto lapso de tiempo con el presente. Los recuerdos empiezan a manar como si de una fuente se tratara -Bueno, en realidad, la música es una fuente de inspiración-, y luego no hay quien se deshaga de ellos...
Podría hablar barbaridades sobre el tema, pero tampoco quiero hacer de esto una homilía que aburriría al mismísimo Papa de Roma. Así que, para concluir, una cita:
Nietzsche decía: la vida sin música sería un error. Una vez más, no puedo sino estar de acuerdo en esa aseveración

sábado, 14 de junio de 2014

Volver a los orígenes

Una etapa acaba; otra vuelve a comenzar. Se acabó el filósofo-poeta. 
Mi intención es volver a los inicios de este blog; al motivo que me animó a crearlo: hablar de paridas mentales que se me ocurren de vez en cuando. Quizá sea por lo de cualquier tiempo pasado fue mejor, no lo sé (ni me importa, realmente). La único cierto es que Andresito lo necesita; necesito 'resetear'.
Vuelven las entradas de puro pensamiento; vuelven las parrafadas aburridas; vuelven las cuatro o cinco visitas al blog de turno; vuelven las entradas cada 'X' tiempo. Se acabaron las metáforas que no pillaba ni Dios salvo su propio autor (es decir, yo); se acabó eso de escribir con el alma -que se quede donde está, que es ahí donde la necesito-.
Puede haber excepciones, claro está. Quien tiene alma de escritor no puede evitar que le vengan a la mente desvaríos tales que le obliguen a tener la necesidad imperiosa de contarlo para desahogarse, porque, al fin y al cabo, esto siempre lo he usado para eso.
Sin más dilación: ¡RESET!


sábado, 7 de junio de 2014

Me marcho para no volver...

"El vídeo y su contenido no son de mi propiedad, sino que el tema Moments with you pertenece a Simon Daum"

Así es; está decidido: no voy a volver. Me marcho tras demasiado tiempo sufriendo.
¿A dónde iré a parar? Quién sabe... que Fortuna dicte la dirección de mis pasos.
¿Cuándo volveré? Nunca, si se tiene a bien otorgarme ese privilegio que he ganado a base de lágrimas y llantos que jamás hallaron consuelo salvo los de una almohada misericordiosa.
Lo sé; es la segunda vez que me digo a mí mismo que lo conseguiré. ¿Qué es, pues, lo que me asegura no retornar a esos padecimientos innecesarios que tanto llegué a atesorar? Nada. Tan sólo una mera corazonada, eso es lo único que tengo para guarecerme del ataque de las dudas que asedian mi mente.
Sé que no voy a ser extrañado en mi marcha; sé que la partida es lo que mi corazón ha necesitado todo este tiempo, y que, por caprichos del destino, no quise suministrarle. Lo he consultado muchas veces en las últimas semanas, y es lo correcto, lo más idóneo y saludable para mi corazón: dejar casi todo atrás para seguir adelante.
En un pasaje de El conde de Montecristo, Edmundo Dantés le dice a Morrel: ¡Confiar y esperar! Pues demasiado confié, y demasiado esperé sin recibir respuesta alguna, y la que obtuve fue un mazazo que no pude digerir -el detonante de esta decisión, a decir verdad-. Me he hartado de saber que nunca conseguiré aquello que mi alma ha deseado con tanta fuerza desde que recibió el impacto de una luz celestial. 
¿Qué me espera en el mañana? ¿Qué oscuros designios se entrometerán en mi camino, intentado obstruir mi voluntad una vez más? Me hallo ante un portal que conduce a mi destino, a un paso de atravesarlo, pero mi mente me pide que mire todo cuanto he vivido hasta el momento. Una sonrisa asoma en mi rostro al recordar los momentos más felices y placenteros de mi joven vida hasta la fecha.
Tengo tantas cosas que decir; tanto que explicar; tanto que disculpar; tanto que perdonar; tantas cosas de las que arrepentirme... ¡No! ¡Ningún remordimiento! ¡La belleza y la eternidad del instante, ese es uno de mis lemas!
Me voy, pero seguiré aquí, con vosotros, a vuestro lado. No voy a abandonaros.
Me marcho, sí, pero marcho, literalmente, en busca del olvido.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Sacrificio


Llega un momento en la vida de toda persona en el que debes plantearte todo cuanto conoces -o crees saber- y todo cuanto te define. Muchas veces lo hacemos meramente para averiguarnos a nosotros mismos, para poder definirnos y no tratar, así, con un extraño cada vez que nos miremos al espejo; otras, simplemente lo hacemos porque queremos y debemos cambiar, pues así lo exigen las circunstancias de nuestra vida.
Sin embargo, en ocasiones lo que se pone en tela de juicio no son nuestros conocimientos ni nuestra forma de ser, sino, como decía William Blake, las deidades que residen en nuestro corazón: los sentimientos. Así, pues, nos preguntamos qué amamos, qué odiamos, qué nos hace sufrir, qué nos hace enfadar, qué nos entristece, qué nos divierte, qué nos alegra... qué nos hace sentir vivos, en definitiva. 
Harto tiempo llevo intentando responder a esas preguntas para saber quién soy en realidad y qué estaría dispuesto a hacer y qué no, y aún sigo intentando hallar la respuesta... No obstante, pese a que sigo sin definirme con claridad -Lo que demuestra lo inseguro que puedo llegar a ser-, sí hay una idea, o palabra, que me define como persona, como un ser capaz de relacionarse con los demás... como un ser capaz de amar; esa palabra es "autosacrificio". 
Para un cristiano, dos son los mayores actos de Amor que uno puede llegar a demostrar al prójimo: el perdón y el sacrificio personal. Me gustaría decir que cumplo con el primero a rajatabla, pero sería mentirme a mí mismo, pues ni siquiera soy capaz de perdonar a mi propia persona.
En cuanto al sacrificio, es un término muy arraigado en mi familia, el autosacrificio forma parte de nuestra idiosincrasia, pues siempre nos martirizamos por el bien de aquellos que nos importan. Sin embargo, yo he ido un paso más allá: no sólo soy capaz de sacrificarme por todos los que me importan, sino que he descubierto que soy capaz de sacrificar a mi propio corazón, a mis sentimientos, a mis deidades... con tal de mantener una fingida estabilidad en mi vida: "todo está bien ahora", "es mejor así", "mejor que sufras tú a hacer sufrir a quien amas y arriesgar a perderla de tu vida".
Sí, así soy yo. Yo, quien tantas veces ha predicado la importancia de ser fiel a nosotros mismos y a nuestras emociones, soy el primero en dudar de mis principios con tal de evitar "males mayores" (¡Vaya! ¡Hipocresía! Nueva palabra que podría añadir a mi lista, pero sería hacer trampa, pues todas las personas de este maldito mundo somos hipócritas por naturaleza). La procesión, en mi caso, siempre se anda en mi interior, y cada vela encendida deja caer dulcemente la cera derretida, abrasándome el alma con cada gota de ésa. Es cuestión de tiempo que acabe calcinado...
Sufro, siempre sufriendo; mi corazón se desboca, me falta el aire, y muchas veces por un pensamiento que cruza mi mente de manera fugaz. Me consuela saber que ella jamás lo sabrá, jamás conocerá mi dolor; y, en caso de que estuviera equivocado, sólo pido perdón, comprensión y tiempo para que mi corazón olvide, aun sabiendo que ese olvido puede no llegar jamás...

martes, 29 de abril de 2014

Si sufres, allí estaré yo...


Está sufriendo; lo siento, lo noto en sus palabras. Ella se está ahogando en su dolor, y no puedo hacer nada por ella... Esto es lo peor: saber que sufre y que no puedes hacer nada por ella, por esa preciada persona cuya presencia quieres siempre en tu vida.
Mi preciada amiga sufre en silencio, en soledad, pues nadie salvo ella misma puede superar ese mal. Rezar por ella, nada más; rezar por su felicidad es cuanto puedo hacer.
Por mucho que la consuele, por mucho que intente animarla, por mucho bien que le desee... es un estigma que siempre me acompañará -a los dos, en realidad-, pues cuando ella sufre yo hago lo propio, muero por dentro, muero de tristeza; mi corazón llora, mi alma se apena, mis pensamientos no dejan de preocuparse por lo mal que lo pasa...
Ella sufre, y yo muero; es ley de vida, MI ley de vida, pues hace tiempo decidí que ella era un precioso regalo que entró en mi vida por gracia divina. Es por eso que los ángeles no deben llorar, pues cuando lo hacen el mundo pierde un poco de luz; todo el mundo, todos cuantos los rodean, se entristecen...
Pero cuando ríen, ¡ay cuando ríe un ángel! ¡Vida! ¡Se respira vida! La risa es vida, y la vida es maravillosa, ya que representa todo lo bueno que hay en esta tierra: la diversión, la alegría, la emoción, las charlas que no tienen fin hasta la hora de dormir, las bromas que esconden ese cariño entre amigos cuyo valor es incalculable...
No puedo ayudarla en esta hora sombría para ella, pero sí puedo afirmar una cosa rotundamente: siempre estaré a su lado, apoyándola, animándola, haciéndola reír... nada me reconforta más. En este día tan aciago para ti quiero decirte algo: "Te lo dije mil veces, pero mil veces más lo diré si es necesario: una sola llamada tuya, y allí estaré, para lo que necesites. Sí, seré un ingenuo y un iluso que se enamora de las ideas, pero, ¿sabes? Encontré la idea de "Amistad", y tú la representas en todo su esplendor.
Cierto pelele dijo que me manipulabas a tu antojo. Te aseguro que no es así; te aseguro que lo que ocurre es simplemente que a una llamada tuya, acudo si está en mi mano. Protegeré aquello que con tanta dificultad hallé, la amistad verdadera".

lunes, 28 de abril de 2014

¿Llegará el día?



"¿Llegará el día?", me pregunto.
¿Llegará el día en el que conozca a esa persona especial? ¿Llegará el día en el que podré mirar al horizonte sin sentir melancolía? ¿Llegará el día en el que podré sostener la mano de otra persona, aferrarla en mi pecho para infundirle seguridad? 
¿Llegará el día en el que la mire a los ojos, profundamente enamorado, y que ella me devuelva la misma mirada? ¿Llegará el día en el que pueda sonreír al hablar de "esa" persona? ¿Llegará el día en el que pueda pasear con alguien al lado del mar y disfrutar de la brisa marina? ¿Llegará el día en el que pueda besarla suave y dulcemente, tal y como se debe amar a una mujer?
¿Llegará el día en el que mi corazón deje de latir desbocadamente por otra mujer, por un recuerdo, por un anhelo que nunca se volvió realidad..? ¿Llegará el día en el que abandonaré el llanto al imaginar un amargo futuro, solo, sin nadie dispuesto a amarme..? 
¿Acaso los sueños no son los deseos ocultos del corazón? ¿No tiene mi corazón derecho a ser amado? Nadie puede negarme ese derecho, pues está escrito a fuego en el alma de todo ser humano.
En días como hoy, al son de la música, me pregunto si alguien me dará una respuesta: ¿llegará ese día..?

domingo, 9 de febrero de 2014

Esos ojos gatunos...

"El vídeo y su contenido no son de mi propiedad, sino que el tema The Fire In Her Eyes pertenece al grupo Two Steps From Hell".



He caído; he caído presa del más cruel de los designios: el amor.
Me he enamorado de unos ojos, grandes y brillantes, cual esmeralda que refleja en su cuerpo diamantino los rayos del sol. Y aun habiendo reunido todas las excelsas cualidades que los antiguos dioses pudieran otorgarle a unos ojos, sólo una de ellas es la que me hipnotiza, cual embrujo de las tres brujas que envenenaron la mente de Macbeth: el azul del mar, un profundo e insondable azul que me hace viajar entre los astros y las estrellas, en una travesía inolvidable.
Esos ojos, son los ojos de la noche, de la luna; esos son los ojos de un gato, pues con su poder y su belleza, he topado con un hechizo que no soy capaz de deshacer. Y lo que es más extraño aún: ora son azules, ora son verdes; no, no son ellos los que cambian de color, sino yo, que, presa del conjuro, no hago más que desvariar. Esos ojos me han lanzado sin compasión a un bucle de pensamientos y sensaciones del cual no puedo salir...
Ardo, hay fuego en mi interior. No puedo olvidar esa mirada, esa sonrisa, ese cabello... ¡AGH! ¡Quema! Pero no es una llama roja, sino azul, es un fuego que abrasa de frío. Sí, estoy ardiendo a causa del hielo, pues ella me congeló el corazón cuando vi sus ojos...