¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

sábado, 5 de noviembre de 2016

Se desvanecerán en el aire

Esta noche me ha dado por pensar, por recordar.
Han pasado ya unos cuantos años desde que empecé mi época universitaria, y pensar que ésta está llegando a su fin me da pavor. Tengo un miedo absoluto e irrefrenable al futuro, a pensar qué será de mí y al mayor de mis temores: el fracaso.
Pero, por encima de todo eso, me aterra pensar en que puedan llegar a terminarse muchos buenos momentos; que buenas relaciones se den de bruces con el paso del tiempo y desaparezcan de un plumazo sin poder evitarlo.
No somos dueños de los actos y pensamientos de los demás y, a veces, tampoco de los nuestros propios. Se debe aprender a convivir con ello, ser estrictamente estoicos al respecto... pero ahoga tanto pensar en ello.
Hace tiempo que me hice a la idea de estar solo en el futuro, no porque vaya a suceder a ciencia cierta, sino como preparación a lo que pudiera llegar a pasar. No obstante, nada hará que no pase por ese valle de amargura llegada la ocasión.
Es inexorable. Lo conlleva la vida. Por supuesto, perdurarán las relaciones de amistad, de amor, de compañerismo... pero los momentos vividos no volverán jamás. El tiempo avanza y con él nuestras vidas. Lo que ahora pueda llegar a ser rutina, desaparecerá en su momento, dando paso al cambio y a la extrañeza. Sólo quedará el recuerdo de lo vivido y las emociones que sentimos.
Sólo nos queda una solución lo suficientemente válida como para tomar en serio: vivir al máximo el presente; inspirar al tiempo que disfrutamos cada sorbo de aire, pues será el último que tomemos en el presente para que pasen a ser pretérito de una vida que se nos escapa.