¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

domingo, 17 de marzo de 2013

Conversaciones oscuras

     La noche era oscura, lo normal para ser las 2:00 de la madrugada. Todo el mundo dormía, menos yo... Me levanté, no podía dormir; me dirigí al balcón para tomar el aire y ver si me podía calmar. Una brisa de aire fresco llenó mis pulmones, y me pareció sentir que mi desbocado corazón y mi mente enloquecida se calmaban.
     Pero, en ese momento, una sombra, negra como la oscuridad de un pozo, surgió de la mía propia. Ya está aquí otra vez... ¡maldita sea! No me apetece hablar en este...
    - Buenas noches, "amo"- dijo, pronunciando la última palabra con un tono insolente que me sacaba de quicio.
    - No son tan buenas si tú estás aquí, escoria... - Le contesto.
    - ¡Oh, no seas así! Después de todo, yo soy tú, y tú eres yo.
    - Te equivocas; ya te lo he dicho mil veces: tú no eres yo.
    - No, querido, eres TÚ quien está equivocado - Me dice agravando su tono de voz.
    De pronto, la sombra, que era una mera figura abstracta, cobró forma, mi forma, mi apariencia.
    - Soy tu lado oscuro, Andrés; no soy más que tu parte más malévola, una mera sombra surgida de tus pensamientos negativos - me dice, acercándose a mí.
    Antes de que llegara a menos de 5 cm de mí, me doy la vuelta y me pongo frente a frente con ese abominable ser.
    - ¿Qué quieres esta noche? - Le espeto.
    La sombra se detuvo a contemplarme. Tras unos segundos, me dijo:
    - ¿Todavía no lo sabes? - Me dice-. Esta noche tu corazón está ebrio de dolor, rebosa sufrimiento... tanto que no he necesitado ningún motivo para poder salir. Técnicamente, he sido expulsado contra mi voluntad.
    Un escalofrío recorrió mi espalda cuando dijo aquello. La sombra se acrecentó por momentos; se estaba nutriendo de mi miedo.
    - ¿Lo ves? No he hecho ni dicho nada para que temas, pero tú corazón es propicio al miedo esta noche. Tu alma tirita del dolor, del sufrimiento; tu corazón está roto en mil pedazos, aunque intentes aparentar lo contrario.
    - ¡Cállate! ¡Cierra la boca! - Le grité.
    - ¿Cerrar la boca? Vamos, sabes perfectamente que no puedo hacer eso. No hablo a través de una "boca", sino que soy tu voz interior.
    - Entonces, eres una mera ilusión - le contesté-. Por tanto, no existes.
    - Ilusión o no; existir o no... Todo es muy ambiguo; todo depende de lo que creas tú, y ahora mismo me ves con tus propios ojos, como si fuera algo real.
    Me di cuenta en ese momento de que tenía razón. A diferencia de otras ocasiones, esta vez veía a la sombra perfectamente, no era una mera voz que salía de la oscuridad, sino que era una sombra con mi apariencia, que me hablaba cara a cara. Una vez más, el miedo se apoderó de mí....
    - ¡Oh, Andrés! No temas... no soy tu enemigo - Intentó tranquilizarme la sombra-. Como ya te he dicho, yo soy tú; soy tu aliado. Acéptame, Andrés, y me convertiré en tu naturaleza. Ya no tendrás nada que temer de ahora en adelante, serás lo que siempre quisiste ser: alguien fuerte; alguien capaz de ignorar las desgracias de los demás; serás alguien que se aprovechará de las oportunidades, de las debilidades de los demás, y pasarás pisando con fuerza sobre todo y sobre todos.
   Me derrumbé en ese momento. Me arrodillé frente a la sombra, que sonrió, triunfal.
   - ¡Oh, "amo"! ¡Tú no eres así! - Me soltó con fingida preocupación, mientras sonreía.
   Pero tenía razón. Yo no era así, yo soy una buena persona...
   - Únete a mí - Me dijo-, y tendrás lo que siempre has anhelado, el origen de todos tus sentimientos negativos: los celos, la ira, el sufrimiento, el llanto, la tristeza, la melancolía, el odio hacia ti mismo...
   Entonces, con su oscuro poder, hizo aparecer de la nada una figura que reconocía muy bien... Ese pelo ondulado; ese rostro angelical; esa sonrisa que me hace perder el control...
   La sombra creyó haber ganado, pues ya mostraba un semblante victorioso; creyó haberme derrumbado, con un golpe fatal. Pero nada más lejos de la realidad. Ver a esa persona hizo que mis fuerzas, mis esperanzas volvieran a nacer. Me puse en pie, ante la mirada atónita de la oscuridad que se alzaba ante mí. Ésta ya no parecía tan grande, sino que había empequeñecido, o era yo quien se había vuelto gigante. Pero lo cierto es que quien mostraba temor ahora era la sombra.
   - ¡NO! ¡No puedes hacerme esto! - Me espetó.
   - Tal vez sea cierto lo que dices: que tenga todos esos sentimientos; que eres una voz surgida de la parte más profunda y oscura de mi alma. Pero en algo no tienes razón: no soy quien dices que soy, ni seré lo que esperas que sea. Soy una buena persona, y lo seré el resto de mi vida, fiel a mis principios, a mi moral y a la ética. Y sobre todo, no permitiré que el amor sea fruto del engaño; si he de morir de sufrimiento, que así sea.
   - ¡NOO! - gritó la sombra, que poco a poco se fue haciendo más y más pequeña, hasta desaparecer.
   Y al fin, me quedé solo en el balcón, al amparo de la fría noche. Una vez más, el aire fresco llenó mis pulmones, y pude, al fin, dormir tranquilamente.

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