¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

sábado, 19 de noviembre de 2011

Una cita con el futuro

Hoy es el llamado día de reflexión, así es, es la víspera de las elecciones generales en España… y vaya si he reflexionado.
Tras cuatro anormalmente largos meses de campaña electoral, los políticos, al fin, cierran sus campañas tras soltar una serie de “verdades maquilladas”, pues considero que ninguno dicen mentiras, simplemente dicen la parte de verdad que les conviene. Por esto mismo no suelo hacerles caso, aunque he de admitir que la política siempre me ha tentado, pero no este tipo de política…
La política a la que me refiero, la que me llama, es la política originaria, aquella que surgió en la época de Platón y Aristóteles. Esa política en la que se decidía el destino del “país” (pues por aquella época no se podía hablar de país tal y como lo concebimos hoy en día) mediante el ingenio y la capacidad de oratoria del político, es decir, la capacidad individual para poder mover a las masas, para poder convencerlas. Sí, esto es lo que llaman demagogia, una palabra que hoy en día es rechazada y no sé por qué, pues considero que es la clave para hallar a la “verdadera política”.
Me explicaré. Es cierto que actualmente los líderes de sus respectivos partidos políticos intentan convencer  a las masas para ganarse su voto en los llamados “mítines” (un anglicismo, por cierto); sin embargo, la diferencia radica, en mi opinión, en el hecho en que simplemente pueden convencer a unos pocos, pues los partidos se asientan sobre los “votantes fijos” que tienen a su disposición. Con esto, me refiero a que la política ha perdido poder de convicción, pues antaño, cuando el ciudadano griego (si de verdad se les puede llamar ciudadanos) no sabía de política, éste se decantaba por un lado u otro según lo que creía que era cierto, por lo que había un grandísimo poder de convicción.
Hoy, sin embargo, la deplorable imagen de nuestros políticos ha hecho que el ciudadano medio deje de confiar en ellos y sea más difícil de convencer. Por lo que creo, sinceramente, que éste es el nuevo reto de la política: que los políticos verdaderamente preparados (no como los actuales, sino tal y como los concebía Platón: los filósofos) deban hallar nuevos modos de ganarse la confianza del pueblo, sin mentiras y predicando con el ejemplo, tal y como hacía Cristo, e inventar, o mejor dicho, reinventar la oratoria, es decir, “estrujarse el coco” en sus discursos, como hacía Cicerón, maestro orador entre maestros.
Tal vez haya puesto hoy, aquí, las pautas a seguir por todos nuestros políticos (pautas que seguiré en un futuro, si Dios quiere). Pero también es cierto que sin los ciudadanos, y más concretamente, sin los votos de ellos, los partidos políticos y sus miembros no son nada, pues los necesitan tanto como los ciudadanos necesitan a los políticos para manejar el país. Es el pueblo parte crucial del sistema democrático, ese que afirman que falla tanto y que los llamados “revolucionarios” intentan cambiar… No, esos revolucionarios no tienen ni idea; van de idealistas y de progresistas, reclamando una serie de derechos y libertades que son verdaderamente utópicos, pero no saben que son igual que los políticos que tanto critican. No son filósofos, no son capaces de conocer el mundo y lo que les rodea, pues no ven más allá de sus manos. No son capaces de concebir que el hombre, ante el poder, se derrumba, pues ésta es una de las tantas cualidades innatas que posee el hombre: el hombre es egoísta por naturaleza (“Homo homini lupus est”, decía Hobbes… y con razón). No saben que si, por un casual, llegaran al poder, ellos también sucumbirían ante él.
No, la revolución que debe producirse (atención a ésto último: me refiero a una revolución futura, no a esa patraña que nos quieren hacer creer) no es política, es FILOSÓFICO-MORAL. Sí, amigos. Lo que debe cambiar verdaderamente no es el sistema, sino las mentes de los ciudadanos que lo integran. Estamos ante una crisis de valores (el llamado “nihilismo”, concepto concebido por F. Nietzsche). Deben predicarse nuevos valores, o bien, reinventar los antiguos. Conceptos tales como el honor y la compasión han desaparecido; otros, como la justicia, desaparecen progresivamente debido a la realidad que nos rodea.
La gente debe cambiar sus mentalidades si queremos transformar la realidad que nos envuelve. La revolución debe proclamar ideales de libertad, de honor, ideales en busca de defender la verdad, esa idea que todo filósofo busca con ansia.
Cuando la gente cambie, el mundo se transformará en algo totalmente nuevo, algo que el ser humano ha deseado y anhelado desde el inicio de la democracia: una utopía. Soy consciente que el cambio será largo y arduo, pero no debemos desfallecer, aunque haya gente que se oponga. Generación tras generación deberemos inculcar este tipo de valores, sin excepción, pues estas generaciones formarán a nuevos políticos con nuevos ideales.
¿Y qué tiene que ver esto con la política? Pues bien. La razón de ser de esta idea es la siguiente: somos miles de millones de personas en el mundo y, muy a mi pesar, es casi imposible que todas cambien de parecer (el mal es algo que estará ligado al bien por toda la eternidad; el ying y el yang; luz y oscuridad…); sin embargo, con que solamente un país pudiera cambiar a gran parte de sus habitantes, otros países seguirían el ejemplo. Y para que esto ocurra, el mensaje debe llegar a los ciudadanos y sólo aquellos que pueden hablar a las masas y convencerlas pueden lograrlo. Sí, todo esto está en mano, en gran parte, de los políticos, y para ello la oratoria debe resurgir de sus cenizas como el ave fénix.
No, amigos, la revolución no es política ni económica. LA REVOLUCIÓN ES FILOSÓFICA Y MORAL. Y como dijo un sabio en su día:
“Llegada la hora, surge el hombre”






"Ni este vídeo ni su contenido son de mi propiedad. La pieza musical "Promise" es de Thomas Bergersen, su compositor."

viernes, 21 de octubre de 2011

Reflexiones sobre la inspiración humana

     Como habréis notado, no escribo siempre. ¿Por qué? Porque la filosofía necesita reflexión y, sobre todo, inspiración. He llegado a una conclusión: hay dos maneras de inspirarse, las cuales son "sentir" la música (que no oír) y las experiencias propias. Para mí, la primera es la más importante y la más eficaz, pues para poder "sentir" la música se necesitan esos instantes de paz y relajación que nuestra vida diaria nos arrebata tan a menudo. 
     ¿En qué consiste "sentir" la música? Pues bien, desde mi punto de vista, consiste en dejarse llevar por ella, que la música se adentre en lo más profundo de tu ser. Muchos lo identificarán como ese cosquilleo que recorre nuestro cuerpo al oír una canción o pieza musical realmente bella. Sin embargo, no basta con llegar a notar esa sensación, sino que hay que llegar más allá, llegar a la profundidad de la mente. ¿Cómo? Yo, personalmente, cierro los ojos e imagino una historia que es guiada por esa pieza musical, lo que me permite llegar a ver cosas que jamás podría pensar por mí mismo. De esta manera, pienso que he llegado a lo más profundo de mi ser, donde habitan pensamientos inefables. Tal vez desvaríe, pero creo firmemente en ello. Es más, no soy el único que lo piensa (o lo ha pensado alguna vez), y para reafirmar mi postura voy a recurrir a uno de los filósofos más importantes del siglo XIX y, para mí, de la historia: Arthur Schopenhauer.
     Schopenhauer sostuvo que mediante la llamada "introspección", o lo que se conoce comúnmente como la búsqueda interior de uno mismo, era posible acceder al conocimiento esencial del "yo". Tal y como yo he intentado explicar. Pero no voy a hablar más de este gran filósofo alemán, pues su pensamiento abarcó mucho más que eso.
     Hasta aquí el por qué pienso que la música es una manera de inspiración, siempre y cuando se "sienta" debidamente. Respecto de las experiencias personales de cada uno, creo firmemente que son éstas las que determinarán la forma de pensar del individuo y las que lo guiarán a lo largo de la vida, pues aquellas cosas que te suceden en el día a día os "inspirarán" para pensar de una determinada manera. A todo esto, que piense lo que acabo de mencionar no significa que sea empirista.
     Debo añadir, respecto de esta última postura de las experiencias personales, que la tristeza, que, por desgracia, sufrimos en ocasiones, es una de las herramientas fundamentales sobre las que se asienta la inspiración. Cuando estamos tristes somos más capaces de crear cosas bellas porque, según mi humilde opinión, es en esos momentos cuando nuestra capacidad para ver las cosas tal y como son aflora a la superficie de nuestra mente. Pero, cuidado, si nos dejamos llevar demasiado por la tristeza corremos el riesgo de entrar en un bucle infinito del cual es muy difícil salir: la depresión, ver todas las cosas de forma negativa. Por eso mismo, no recurramos muy habitualmente a la tristeza, sino que debemos intentar estar siempre felices y ser capaces, por nosotros mismos, de hallar esa introspección de la que hablaba Schopenhauer. 
     Bueno, pues hasta aquí esta entrada del blog. Pero antes de despedirme quiero recordaros que "La imaginación es el arma más poderosa del ser humano". Y para no faltar a la cita musical, aquí va un vídeo.


"Ni este vídeo ni su contenido son de mi propiedad. La pieza musical "Dreammaker" son propiedad de Thomas Bergersen, su compositor."

miércoles, 5 de octubre de 2011

Recuerdos lejanos...

Cerrar los ojos, empezar a buscar en la profundidad de mi memoria y encontrar recuerdos de mi vida que pasé con aquellos a los que amo: familiares, amigos... Sí, definitivamente no cambiaría esos pasajes de mi vida por nada del mundo.


"Ni este vídeo ni su contenido son de mi contenido. La canción "Remember me" del álbum "Illusions" son de Thomas Bergersen, su compositor."

sábado, 17 de septiembre de 2011

Objetivo del Blog

 ¡Buenas! Me llamo Andrés Bolufer y he creado este blog con el objetivo de intentar comprender cosas desde "otro punto de vista", el filosófico. Pero no sólo será así, sino también de carácter literario-musical (mi consejo es leer las entradas mientras se escucha el vídeo musical que subiré con cada entrada).
 Se suele explicar en los institutos qué es la filosofía, su significado etimológico y sobre todo se enseña los razonamientos o enseñanzas de varios de los máximos representantes del sistema filosófico, autores tales como Platón, Descartes, Nietzsche...
 El problema surge cuando en los centros docentes no enseñan a sus alumnos a filosofar. Les enseñan las teorías de los autores, pero no a comprender sus pensamientos, a ponerse en el lugar de ellos... los alumnos, simplemente, "vomitan" todo aquello que han aprendido para después olvidarlo.
 Ese no fue mi caso. Siempre he dicho que la filosofía se me daba bien por el mero hecho de saber ponerme en el lugar del  filosófo que estudiaba. Ahora me doy cuenta de mi error... 
 Cuando Descartes afirmaba que para saber algo con certeza primero debíamos dudar de todo aquello que creíamos saber, no lo decía en balde. Cuando Platón nos relataba su mundo inteligible, no se equivocaba.
 Muchos habréis pensado que o bien estaban "fumados" o bien estaban locos (afirmaciones que he llegado a oír de compañeros de clase y que sé que se seguirán diciendo). Nada más lejos de la realidad. Estaban muy cuerdos cuando dijeron tales cosas, pues, poco a poco, me he dado cuenta de lo mismo que ellos pensaban.
 Sí, razonando conmigo mismo he dado con la tecla para entenderlos y poder "completar" sus teorías. ¿Qué pasaría si mezclamos el pensamiento de Descartes con el de Platón, por ejemplo? Nada más y nada menos que la respuesta para hallar la manera de encontrar aquello que el alumno de Sócrates tanto anhelaba: las ideas que comprenden el mundo inteligible. Pues si dudamos de todo aquello que sabemos, nos veremos en una situación en que no sabemos nada, por lo que nosotros mismos debemos, a partir de ese punto, intentar averiguar las verdaderas definiciones de términos que antes no conocíamos o creíamos conocer a medias, llegando a, como decía Platón, "conocer la idea" de ese concepto, ahora nuevo para nosotros.
 Bueno, como veo que me estoy explayando mucho, voy a detenerme aquí y a pediros vuestra suscripción si os ha gustado o me comprendéis, por poco que sea. Muchas gracias por vuestra atención.