¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

miércoles, 6 de marzo de 2013

La despedida

"El vídeo y su contenido no me pertenecen, sino que el tema Watching The Clock es de David Nevue".

       
        Tú no me amas, y, muy a mi pesar, creo que no llegarás a amarme, al menos como yo te amo a ti. Lo llevo pensando desde hace ya un tiempo; días y semanas sufriendo, llevando una triste procesión cuyo destino final era el abismo de mi corazón.
         Tal vez, simplemente, he forjado un escudo, una barrera, porque soy incapaz de declarar mi amor por ti. Tal vez sea eso, o tal vez... no sé. Soy un cobarde, eso es lo que soy. Mi timidez marcará el resto de mi vida. Siempre he imaginado mi vida junto a ti, pues bien sabes que yo creo en el amor y en la fidelidad: jamás te abandonaría, jamás dejaría de amarte, y solamente te dejaría ir si tú me lo pidieras... Pero mi cobardía acabará con una hipotética vida feliz contigo.
          Me he hartado de sufrir. Hoy, al mirar por la ventana y ver cómo caía la lluvia, me he acordado de ti, y, por enésima vez, mi corazón me ha dado un vuelco, y me ha hecho daño, mucho daño. Me he cansado de no poder dormir porque tengo tu dulce rostro grabado a fuego en mi mente; me he cansado de llorar por las noches en la soledad de mi habitación cuando veo la felicidad en el rostro de otras parejas y recuerdo mi cobardía; me he cansado de agonizar...
          Sin embargo, escribo estas líneas con la esperanza de que, pese a que hoy intente decirte adiós, me arme de valor, de un valor que surja de la nada, cual ave fénix, y te diga te amo, mientras te miro a los ojos, esos ojos cuyo marrón evoca la esencia de la tierra. Ya nada será igual. Cuando te mire, te miraré con melancolía, sabiendo que serás de otro; cuando vea tu lindo y precioso pelo ondearse al viento, algo dentro de mí morirá lenta y dolorosamente; con cada sonrisa, una lágrima se deslizará a través de los ojos de mi alma. Será arduo, pero lo intentaré, intentaré que mi alma no sufra esas reacciones al verte.
           Es curioso... te amo tanto que, sin haber sido nada, tan sólo deseo tu felicidad, por lo que voy a dejarte ir, voy a intentar olvidarme, otra vez, de ti, sabiendo que como yo, nadie te amará. Ahora entiendo a qué se refería Nietzsche cuando decía Qué sabe del amor quien no ha tenido que despreciar precisamente lo que ama. La próxima vez que hable contigo será como si nos acabáramos de conocer por primera vez, como hace ya unos años. Será el inicio de mi fin; el reactor que dará vida al autómata que llevo escondido en mi interior, y que encerré cuando te conocí.
           Pero, lo que es más curioso aún, y a la par, gracioso, es que siempre he querido que te dieras cuenta de mi amor, sin decirte yo nunca nada. ¡Qué necio fui! Siempre he escrito con indirectas, con símbolos, con metáforas... pero esperar a que llegaras a captarlas fue exigirte demasiado, aun cuando no sabías que te lo exigía. Perdóname, por favor; te lo pido.
           Esta noche, impera la necedad y la cobardía: voy a dejar escapar lo más maravilloso que he sentido en mi vida; esta noche, maldigo mi naturaleza ruin, temerosa y pusilánime. Esta noche intento decir Adiós, pero sé que en mi corazón aún pervive una llama de valentía, y algo en mi ser espera hacer crecer ese fuego. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario