¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

jueves, 24 de enero de 2013

El vuelo de una gaviota...

"El vídeo y su contenido no son de mi propiedad, sino que el tema Faun pertenecen a Ólafur Arnalds".

     
      Decidí dar un paseo a la orilla del mar, amigo de los que no hallan consuelo. El tiempo no era propicio para dar una vuelta a pie, pero, aun así, salí a pasear, quizá por el hecho de que el mal tiempo estaba en sintonía con mi alma, con mi estado de ánimo.
      Llegué a mi destino. El viento, gélido y húmedo, me daba la bienvenida; las olas chocaban entre ellas y con las rocas, buscando demostrar su poder a todo el mundo; el cielo, nublado... un panorama desalentador para cualquiera, pero no para una existencia perdida en esta tierra.
       Mis pisadas, al contacto con las piedras, creaban un extraño sonido, un extraño eco que resonaba en lo más profundo de mi ser, como una gota de lluvia al caer sobre un pozo tan oscuro como una noche sin luna. Caminé durante un largo rato, hasta que me detuve en mitad de la playa; me agaché, y escruté el horizonte...
     No sé si esperaba encontrar algo, pero miré en lontananza como si un milagro estuviera a punto de acontecer. Tal vez buscaba una respuesta, una señal que me indicará qué hacer, qué camino seguir... pero nada apareció en el horizonte, salvo una gaviota que intentaba luchar contra el viento.
       Contemplé la gaviota durante un tiempo. Pese a que era más fácil dar media vuelta y volar con el viento a favor, la dichosa ave se empeñó en empezar una lucha titánica contra Bóreas. Al cabo de unos instantes, la  gaviota hizo acopio de todas sus fuerzas y consiguió tomar una corriente de aire que le permitió llegar a su destino. Algo tan pequeño y tan fuerte a la vez, una gaviota, contra el viento; un acontecimiento que se lleva produciendo durante siglos; la vida contra la naturaleza, contra el destino...
      En ese momento me di cuenta: ¡esa era la señal! Es mi deber no desfallecer, al igual que la gaviota, y aprovecharme de las circunstancias que me sean favorables y enfrentarme a la adversidad. Lo que está claro es que si no lucho es imposible salir airoso. Por esta razón, seguiré adelante; seguiré "remontando el vuelo" para continuar mi camino. 

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