¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

viernes, 6 de septiembre de 2013

Si hubiera podido rectificar...


Le he fallado...
Me he fallado a mí mismo...
Creí que lo hacía por el bien de mi corazón; creí que si me alejaba de la luz hallaría consuelo en la penumbra... pero sobrepasé el límite entre luz y oscuridad, y ésta última me ha engullido por completo.
¡Oh! Olvidaba cuán frío y doloroso puede llegar a ser el abrazo de la oscuridad; olvidé la calidez de la luz por un instante, y ese descuido lo recordaré por el resto de mi vida...
¡Dios! ¡Me consumo! ¡Me estoy consumiendo! El doloroso e inhumano ardor de las temibles llamas del averno no pueden compararse siquiera a lo que estoy sintiendo... ¡Muero! ¡Muero a cada instante!
Y lloro, lloro implorando perdón por mi insensatez... pero es un llanto ahogado, pues no articulo sonido alguno. ¿De quién espero perdón, pues, si nadie puede oírme?
Un rostro, un rostro que creía haber guardado en lo más hondo de mi ser se me aparece durante mi martirio. Por un instante, contemplar semejante faz celestial, casi divina, calma mi dolor y tranquiliza mi alma, recordando que llegué a amar a un ángel. Pero, de pronto, la imagen que se había formado ante mí da media vuelta y se marcha, a paso lento... Y con cada paso que da, mi corazón se oprime causando un grito de dolor estremecedor, que habría sido capaz de hacer palidecer al mismísimo Lucifer si hubiera podido articular algún sonido...
La figura se desvanece, y me deja solo con mi tortura... ya no me duele saber que fallé, me duele saber que aún sigo amando a ese ángel, me duele saber que debería haber obedecido a mi alma y no a la fría lógica...
Si tan sólo hubiera podido rectificar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario