Entonces, y sólo entonces, la
miré...Su cabello, brillante como los rayos del Sol, captaron mi mirada. El
tiempo se detuvo. En ese preciso instante no existía nadie más en el mundo
excepto nosotros dos.
Sus ojos... ¡Qué ojos! Verdes,
como una esmeralda a la cual la luz del día vuelve incluso más hermosa.
"¡BUM BUM! ¡BUM BUM!"
Podía escuchar claramente como mi corazón me indicaba que ella era la mujer de
mis sueños, mi musa, mi Venus...
Ella no me miraba, sino que
seguía con su fino andar, seguro y hacia delante. Mi mirada la sigue. Se me
escapa...Mi mundo se hace añicos con cada paso que da. ¡Debo alcanzarla!
Pero, entonces, al dar el primer
paso hacia ella: desastre. El tiempo sigue su curso, y, con él, el mundo y su
rutina. Ahora ella avanza más rápido que antes.
¡Maldición! La marea de gente me
impide avanzar. ¡Dios mío, por favor, no dejes que se vaya!
La pierdo de vista. Ya sólo
percibo su hermoso cabello...La pierdo...la estoy perdiendo...la he
perdido...la perdí.
No sé cómo, pero acabo arrodillado
en el suelo. El mundo recupera el tiempo perdido avanzando a una velocidad
pasmosa, de la cual yo no soy partícipe. A mi alrededor todo es vertiginoso.
Aprieto las manos. ¿Llueve? No, ni
una mísera gota, sin embargo, noto unas lágrimas, las mías, que sollozan dentro
de mi ser, pero, ¿por qué? Algo en mi interior me da la respuesta: mi corazón,
mi alma y todo mi ser saben que no volveré a verla, por eso lloro; así lo ha querido el destino.
Me levanto. Lo mejor que puedo
hacer ahora es irme. Empiezo a caminar, a paso lento. Soy un ente sin alma que
vaga por la tierra al perder aquello que más estima; soy una sombra que se ha
despegado de su cuerpo y vaga, errante, sin rumbo; soy algo aferrado a esta
vida, aferrado a alguien, sin poder encontrar descanso: soy… un fantasma.
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