¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

domingo, 28 de septiembre de 2014

Dos caminos...

Las dudas rondan mi mente desde hace ya un tiempo...
¿Qué hacer ante una encrucijada? ¿Qué decidir cuando ninguna de las opciones podrá contentarte? ¿Cómo actuar cuando te das cuenta de que se anhelan imposibles? 
Hipótesis, hipótesis... Toda pregunta que me formulo a mí mismo no es sino fruto de la inmensidad de mi vasta imaginación...
Odio mi ignorancia, mi inexperiencia al respecto; no sé cómo reaccionar ante estas situaciones...
Pragmatismo. Me han llegado a aconsejar que sea práctico, que no le dé más vueltas. Si algo no tiene solución, ¿para qué preocuparse? Olvídate, me dijeron.
Mil veces lo he intentado; mil veces he fracasado. No; ¿por qué no puedo ser pragmático?, me pregunto. La respuesta, creo, es que esa incertidumbre atañe a mi vida; cuanto decida marcará mi destino, y éste escogerá un futuro para mí. Si en verdad fuera tan sencillo no preocuparse, todo ser humano viviría una vida estoica y sin remordimientos, guiados por la fría e "ilógica" razón -Lo de ilógica es por eso de que el sentido común es el menos común de los sentidos-. Pero no, el ser humano es demasiado complejo, lleno de sentimientos que le desbordan, de impulsos vitales, de necesidades fisiológicas...
Ya no hablo del puro instinto animal que guardamos bajo llave, sino de la fisiología del corazón, de nuestra alma. El corazón tiene razones que la razón no entiende; si tenemos remordimientos es porque somos humanos. Del mismo modo, si no podemos dejar de preocuparnos por algo, se debe a que no se puede negar nuestra propia naturaleza. 
Así, pues, podemos darle vueltas y vueltas a un mismo tema un día, dos días, semanas e incluso meses. No podemos evitarlo, al menos aquellos que desean afrontar la realidad, SU realidad, pues, como he dicho, es algo que le concierne a su persona y a su propio futuro.
Decisiones, decisiones, decisiones...
¿Qué hacer en una encrucijada, en una bifurcación, cuando ambos senderos conducen a lo imposible, a la desesperación, a la congoja y al tormento?, me pregunto de nuevo. ¿El sendero de la izquierda o el de la derecha? ¿Ser pragmático (aun sabiendo que es un imposible) o ser impulsivo? ¿Qué más da, al fin y al cabo, si todos ellos me deparan la muerte, la putrefacción de un corazón ansioso por vivir? ¡Ay, si alguno de esos caminos llevara a buen puerto..! ¡Qué dicha!
Qué dicha, qué felicidad... qué bonito es imaginar, y qué duro es darse de bruces con la realidad. Ser o no ser, otra vez, querido Hamlet. Bienaventurados los que olvidan, aunque vuelvan a tropezar con la misma piedra, dijo Nietzsche.
Tropecemos de nuevo, pues, ya que así encontraré la vida...



"El vídeo y el tema A small measure of peace no son de mi propiedad, sino que pertenecen a Hans Zimmer y al equipo de The last samurai"

2 comentarios:

  1. Andrés, tries el que tries, sempre viuràs amb la sensació d'haver-te equivocat, però en canvi viuràs coses increibles. La vida es fa a xicotetes casualitats.

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    1. Tota la raó, Aitor. La vida és aixó que respirem a cada instant i que va formant un camí de decisions passades, errònies o no.

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