¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

sábado, 7 de junio de 2014

Me marcho para no volver...

"El vídeo y su contenido no son de mi propiedad, sino que el tema Moments with you pertenece a Simon Daum"

Así es; está decidido: no voy a volver. Me marcho tras demasiado tiempo sufriendo.
¿A dónde iré a parar? Quién sabe... que Fortuna dicte la dirección de mis pasos.
¿Cuándo volveré? Nunca, si se tiene a bien otorgarme ese privilegio que he ganado a base de lágrimas y llantos que jamás hallaron consuelo salvo los de una almohada misericordiosa.
Lo sé; es la segunda vez que me digo a mí mismo que lo conseguiré. ¿Qué es, pues, lo que me asegura no retornar a esos padecimientos innecesarios que tanto llegué a atesorar? Nada. Tan sólo una mera corazonada, eso es lo único que tengo para guarecerme del ataque de las dudas que asedian mi mente.
Sé que no voy a ser extrañado en mi marcha; sé que la partida es lo que mi corazón ha necesitado todo este tiempo, y que, por caprichos del destino, no quise suministrarle. Lo he consultado muchas veces en las últimas semanas, y es lo correcto, lo más idóneo y saludable para mi corazón: dejar casi todo atrás para seguir adelante.
En un pasaje de El conde de Montecristo, Edmundo Dantés le dice a Morrel: ¡Confiar y esperar! Pues demasiado confié, y demasiado esperé sin recibir respuesta alguna, y la que obtuve fue un mazazo que no pude digerir -el detonante de esta decisión, a decir verdad-. Me he hartado de saber que nunca conseguiré aquello que mi alma ha deseado con tanta fuerza desde que recibió el impacto de una luz celestial. 
¿Qué me espera en el mañana? ¿Qué oscuros designios se entrometerán en mi camino, intentado obstruir mi voluntad una vez más? Me hallo ante un portal que conduce a mi destino, a un paso de atravesarlo, pero mi mente me pide que mire todo cuanto he vivido hasta el momento. Una sonrisa asoma en mi rostro al recordar los momentos más felices y placenteros de mi joven vida hasta la fecha.
Tengo tantas cosas que decir; tanto que explicar; tanto que disculpar; tanto que perdonar; tantas cosas de las que arrepentirme... ¡No! ¡Ningún remordimiento! ¡La belleza y la eternidad del instante, ese es uno de mis lemas!
Me voy, pero seguiré aquí, con vosotros, a vuestro lado. No voy a abandonaros.
Me marcho, sí, pero marcho, literalmente, en busca del olvido.

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