¡Oh, vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! ~ Dante; Inferno

jueves, 19 de abril de 2012

Relato de la desesperanza, amiga de la oscuridad.

   Esta es la historia de un joven. Un joven que vivía atrapado entre paredes.
   Dicho joven despertó un día inmerso en la oscuridad. Cuando sus sentidos se fueron adaptando a ese vacío, se dio cuenta de que estaba atrapado. Estaba rodeado por paredes, ni una sola puerta o ventana. Era prisionero. Su reacción fue de alarma. ¿Cómo había llegado a esa situación? Se calmó. Con la mente más tranquila, empezó a golpear suavemente las paredes para ver si encontraba una abertura, una trampilla oculta que accionara un mecanismo que le abriera una salida. Nada.
   Al pasar el tiempo, comenzó a impacientarse. Lo que antes eran leves golpes empezaron a convertirse en puñetazos ciegos, desesperados por encontrar una salida. El cansancio y el dolor hicieron mella en él, por lo que paró de dar golpes súbitamente. Las posibilidades de poder salir de su cautiverio eran cada vez menores y sus recursos escasos. Sabía que si tuviera más recursos, más de los que suponían ya sus propias manos, mente y cuerpo, sus esperanzas de encontrar una manera de salir se incrementarían, pero no era así...  Una repentina sensación de miedo le invadió el cuerpo, ¿y si nunca podría salir de ahí? Le aterraba la respuesta.
   Transcurrieron los días. Se sentía cada vez más inmerso en la oscuridad. Chillaba, gritaba al vacío, pero nadie respondía, no había respuesta posible. Se sentía cada vez más inútil, pues no podía hacer nada para mejorar su situación.
   El cansancio y el hastío se fundían en un mismo sentimiento, sentimiento que se apoderó de él. La desesperación, finalmente, invadió por completo ese lugar tan oscuro en el que se encontraba, pues pensamientos oscuros, lúgubres y terroríficos le pasaron fugazmente por la cabeza. Si no podía salir de ahí, ¿qué sentido tenía entonces vivir? Fue ese pensamiento, el de la vida, el que se le quedó grabado a fuego en la mente. Al estar tanto tiempo encerrado, el suicidio le parecía la única opción viable...
   Pero, entonces, se dio cuenta de lo que estaba pensando, de las barbaridades que le habían pasado por la cabeza. Estaba pensando en acabar con su propia vida, en cometer un crimen horrendo, deleznable y contrario a todas las leyes de la naturaleza... Se daba asco a sí mismo por haber pensado siquiera en tal cosa. Solo tuvo una reacción: llorar.
   Empezó a llorar, solo, sin nadie que le consolara... lloró, sin esperanza alguna de hallar una salida o de que ocurriera un milagro... lloró inmerso en la más inmensa oscuridad.



"Este vídeo y su contenido no son de mi propiedad, sino que la pieza "Hurt" pertenece a Thomas Bergersen".

No hay comentarios:

Publicar un comentario